domingo, 22 de junio de 2014

Twilight Princess (XXIX)

Light

La bruma se arremolina despacio, formando espirales sobre el horizonte inmaterial de mi mundo. Yo me dedico a observarla con mis ojos que no son ojos, a acunarme a mí misma entre mis propios brazos. En este cuerpo que es mi cuerpo y no es mi cuerpo. En esta existencia que no llega a ser una existencia.
Perdí las fuerzas. No sé cuánto hace que me rendí. En este lugar no existe el tiempo. Pude haber desistido hace eones o hace un segundo. ¿Qué más da? Él no está. Él no está. Él no está...
Ni siquiera sé a qué "él" me refiero.
Cierro los ojos y me dejo caer de espaldas, escuchando esa música en mi cabeza. Esa música que se arremolina en mi memoria, melancólica, arrolladora, que cuyo solo recuerdo me hace llorar. ¿Quién soy yo? ¿Quién fui yo? ¿Qué existencia es esta? Esa música. Esa música y unos ojos... unos ojos como el cielo en el crepúsculo, azules profundos, infinitos... rojizos otras veces. Rubíes ensangrentados, todo fuego. Arden. Arde. Quémame.
Soy todo y no soy nada.
Ardo. Me quemo. Quémate conmigo, arde, arde, ojos de fuego, ojos de infierno... me quemaría contigo de nuevo. Lo sé.
Quémame.
Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?
Una sombra se adivina entre las brumas, un ente que es y no es como yo. Me arranca de mi ensueño, de mis delirios de fuego y liberación. Es un extranjero en el mundo de los espíritus, porque no es un espíritu de luz. Pero tampoco tiene un cuerpo como tal.
Ladeo la cabeza, lo observo con cautela, mientras camina hacia mí con pasos desmadejados, desacompasados como los de una marioneta con los hilos demasiado prietos.
¿Quién eres? pregunto, sin molestarme en levantarme cuando llega a mi lado, cuando sus rojos ojos enmarcados por purpúreas marcas me examinan con interés.
¿Tienes nombre, criatura? me pregunta, mientras se inclina a mi lado y se relame los labios lenta y deliberadamente.
Yo le respondo sacudiendo la cabeza, anonadada.
Nombre... ¿Nombre? Tuve un nombre, sé que lo tuve. ¿Tú lo sabes?
El extraño deja escapar una suave carcajada en respuesta. Su risa es aterciopelada, como todo él. Parece delicado, sedoso, si ese adjetivo se pudiera aplicar a un cuerpo. Su piel es pálida, de un blanco grisáceo como la muerte, y viste con unas sueltas ropas negras y azules que me son ligeramente familiares. Solo su pechera roja añade algo de color al conjunto; eso y unas absurdas mangas con flecos, que parecen no tener otra función que adornar sus pasos.
Maravilloso... tal y como él me prometió. Dispuesta a llevarme al otro mundo. Ya has visto a otras personas antes, ¿verdad?
Sacudo la cabeza, apretando fuerte los párpados, tratando de olvidar. Vi muchas cosas. Hace ya muchas quemas de eso. Se sentaban a mi lado... aquel, y el otro... y el de los ojos como rubíes, rompió a reír e hizo aquello... aquello...
No, no más. No está bien. No es bueno. No está bien. No debo.
El extraño niega con la cabeza, y su cabello pelirrojo, con mil matices, destella a la mortecina luz de este lugar, casi por completo aprisionado bajo una extraña cofia.
No tienes por qué temerme. No te haré daño. No te dolerá. Solo quiero volver a casa. Tú también quieres volver a casa, ¿verdad? Yo te dejaría ir si pudiera. Te guiaría yo mismo, si estuviera en mi mano...
Bajo la mirada, confusa. ¿A casa? ¿Qué es eso? Sin embargo... sin embargo, esas dos estúpidas palabras reverberan muy fuerte en mi interior. A casa. Claro que quiero volver a casa, sea lo que sea eso. Pero no puedo volver.
¿Por qué iba a dejar que vuelva él? El silencio me aplasta. La voz de este es buena. No debe volver. Se quedará conmigo.
A casa...
¿No dolerá?
El extraño sonríe lentamente, alzando una mano y haciendo un exagerado gesto de despreocupación.
Ni lo más mínimo, querida. Ven, ven, me llama, poniéndose en pie, tendiéndome una mano aún enfundada en la manga. Algo en él me hace desconfiar, porque en alguna parte mi cabeza parece recordarlo, pero no tengo nada que perder. Me levanto, despacio.
Hacía eones que no me movía.
Ya está. ¿Y ahora?
Él sigue sonriendo, mirándome fijamente, con esos enormes rojizos y ojos oscuros que parecen tragarme entera.
Ahora tienes que mirarme. Mírame a los ojos, recuerda... ¿qué recuerdas?
Hago lo que me dice, miro sus gigantescos ojos líquidos, buceo en ello, me olvido de todo lo que me rodea, me pierdo en mí misma...
¿Qué debo recordar?
Él no me responde, sigue con su mirada clavada en la mía. Yo sigo concentrándome... recordando... buscando...
Las imágenes son fogonazos. Un bebé de ojos azules. Un cielo de cobre líquido. Un bosque salvaje, el olor de la hierba. Calor. Mucho calor. Una edificación circular, columnas como brazos alzados hacia el cielo. Una sombra. Frío. El bosque. Frío. Unos ojos como rubíes ensangrentados... de fuego... sangre, unos labios manchados de sangre... frío.
Quémame.
El extraño alza mi mano izquierda, sosteniéndola por la muñeca, sin apartar sus ojos de los míos. Yo le dejo hacer, perdida en el recuerdo... en esos ojos salvajes... esa locura... no...
Dark.
Lo ha traído de vuelta. Todo el dolor.
¡Link!
El extraño hombre apoya su palma contra la mía, antes de romper el contacto visual y dedicarme una última sonrisa sardónica, cargada de malignidad. Trato de apartarme, pero ya es tarde, el mal ya está hecho.
Tengo que volver a recordar.
Gracias, niña espíritu. Volveremos a encontrarnos.
Le dedico una sonrisa fiera, tratando de sacar valor de alguna parte, furiosa, demasiado furiosa para pensar.
Me las pagaréis. Dark y tú pagaréis por esto.
Una última carcajada burlona es la respuesta a mi amenaza, antes de que el extraño se desvanezca, antes de que las brumas se cierren de nuevo en torno a mí. Siento de nuevo ese dolor familiar a la altura del pecho, como si algo se hubiera desgarrado dentro de mí.
Grito.
Ya no sé cuánto tiempo llevo aquí. Ya no sé cuándo pasó eso. Ya no sé si es real o si solo se repite dentro de mí.

Vivo las mismas cosas, una y otra vez... sin nombres...

Grito con todas mis fuerzas, sin cesar, tratando de aferrarme a mi voz para mantener la cordura. No, no debo llorar, no debo rendirme, porque si vuelvo a olvidar solo quedará el dolor y la locura. La locura de no saber...
No importa el tiempo. Aquí no hay tiempo.
Aprieto los dientes, me muerdo el labio hasta hacerme sangre, grito, canto las pocas canciones que recuerdo, recito una y otra vez mi historia, tratando de no perderme.
Me llamo Hashi y soy un espíritu de luz. Soy Guardiana del Héroe de Hyrule, enviada de las diosas, protectora por creación. Me llamo Hashi y soy un espíritu de luz, Guardiana del Héroe de Hyrule, enviada de las diosas, protectora por creación. Me llamo Hashi...
A mi alrededor todo sigue inmutable, pero una vez que he encontrado algo a lo que aferrarme, aprendo a ver sutiles cambios. Pequeñas cosas que me ayudan a seguir consciente. Mi pelo crece, crece mientras recito mi historia, su historia, cada vez es un poquito más largo.
... nació en mitad de una tormenta, creíamos que la partera no llegaría nunca... no llegó... no hubo madre para criar al niño de los ojos azules...
Por los hombros.
... habilidad natural con la espada, parecía hecho para ello, pero sin embargo no era un guerrero... no quería serlo, era un muchacho pacífico... solo el destino lo impulsó a blandir la espada, y creo que internamente odió aquel destino...
Por la mitad de la espalda.
... sus ojos, siempre hacia delante... cargó sobre sus hombros con aquel peso abrumador hasta el último segundo, hasta las últimas consecuencias... el destino de Hyrule y del Crepúsculo... y jamás se rindió. Aunque creo que en el fondo ansiaba arrojar la espada y correr, creo que en ocasiones odió a las diosas que lo condenaron a tal tarea... creo que en eso está el origen de todo...
Por la cintura.
... en su dolor... su miedo... su odio... todo aquello que reprimió porque no era lo que se esperaba de él.
Un estremecimiento me recorre entera. Las brumas a mi alrededor se hacen más densas, más asfixiantes, brillantes, hasta que no logro ver nada, hasta que ahogan incluso mi propia voz.
... Link...

Abro los ojos.
Me lleva una eternidad despegar los párpados. Despacio. Despacio.
Se me llenan los ojos de lágrimas. Farone. Hermoso. Tan hermoso...
Trato de incorporarme, pero mis manos no me responden, tengo las piernas rígidas. A duras penas puedo parpadear. Me muerdo el labio, hago acopio de fuerzas, me balanceo un poco hasta quedar tenida sobre el costado.
Cada inspiración es un tormento.
-He... he... he vuelto... Link - farfullo, antes de dejarme caer boca abajo y comenzar a apuntalar mis brazos contra el suelo, a luchar por levantarme -. He vuelto. Dark.
Y mi voz y mis palabras contienen una promesa, y esta vez, las diosas son testigos de que no traigo luz y paz.
Esta vez vengo buscando sangre.

1 comentario:

  1. Me ha encantado, aunque reconozco que me apena muchísimo Hashi desde la evolución que ha tenido y se ve que sus propósitos han cambiado radicalmente después del encontronazo con Dark. Link también ha evolucionado mucho y me gusta ver ese cambio aunque el pobre haya quedado a merced de su contraparte, a ver qué tal se desenvuelve todo, sigue escribiendo así de bien. Un saludo ~

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