viernes, 4 de enero de 2013

Twilight Princess (XIX)

Link

El sitio del Castillo de Hyrule es inquebrantable.
Las tropas del Crepúsculo, aliadas con los moblins que quedaban en Hyrule y que al parecer, han encontrado a un nuevo señor al que someterse, rodean la Ciudadela con un campamento fortificado en forma de anillo, inaccesible desde cualquiera de los dos lados. Han quemado la tierra hasta una milla alrededor de su campamento para poder ver a cualquier intruso acercándose; el único modo de llegar al Castillo de Hyrule es por el aire... y ni siquiera de eso estoy muy seguro.
La otra ruta que me viene a la mente es el río. Ya entré una vez al castillo a nado, por las alcantarillas, cuando aún estaba atrapado en mi forma lobuna. Supongo que con el traje zora podría volver a hacerlo, pero, ¿de qué serviría?
Un solo hombre, aunque sea un héroe, no puede cambiar el destino de esta guerra.
Me muerdo el labio, nervioso, pensando todo lo rápido que puedo. Los grandes actos y las heroicidades ahora no sirven, y a Zelda no le servirá de nada otro paladín atrapado en su castillo.
El gran problema de Hyrule es que es un reino enorme, pero escasamente poblado, y sus habitantes son sobre todo campesinos y comerciantes; excepto los goron, nadie practica la lucha de forma activa (aunque a veces pienso que todas las cabras que paré en el rancho han servido de mucho...). No somos un pueblo preparado para la guerra, si no uno apacible, una cultura feliz en tiempos de paz. Sí, los Guardias de la Reina están entrenados, sí, los soldados zora también...
Los zora.
Claro. Si consigo remontar el Río Zora, podría pedirle ayuda al Príncipe Ralis. No sé si serviría de mucho, pero los zora pueden entrar conmigo por las alcantarillas y me temo que esta es una de esas situaciones en las que cuantas más espadas tengamos, mejor. Y de paso, puedo recorrer las aldeas que encuentre a mi paso, tratando de encontrar ayuda, o de ayudarlos a ellos.
Lo cierto es que no sé quién necesitará más ayuda en esta situación.

El Príncipe Ralis ha cambiado.
Apenas han pasado unas semanas desde la última vez que lo vi... de acuerdo, lo más probable es que hayan sido varios meses. Últimamente he perdido un poco la noción del tiempo... un poco bastante.
-Link - sonríe el joven zora, y parece que se alegra sinceramente de verme -. Ha pasado un tiempo... e imagino los motivos de tu visita.
Guardo silencio sin saber qué decir. ¿Le han llegado noticias de la invasión por parte de los twili, tan rápidamente? Y yo que creía que me había adelantado a las tropas del Crepúsculo...
Ralis sacude la cabeza, como si me leyera los pensamientos.
-No, el Dominio de los Zora aún no se ha visto asolado por la guerra. Sin embargo, los pocos zora que habitaban en el Lago de Hylia han buscado refugio en nuestras aguas - el rostro del Príncipe se endurece repentinamente -. Los pocos que han logrado escapar.
Un murmullo recorre el salón del trono como una ola, un murmullo de tristeza que es mitad susurro en alto y mitad grito telepático.
-Lo lamento, Príncipe... - comienzo, pero una joven zora de gesto altanero me interrumpe.
-Rey - replica la muchacha, y yo reconozco rastros del antiguo linaje real zora en su ancho cráneo y las largas aletas que brotan de sus antebrazos -. La coronación ya ha tenido lugar; él es el Rey Ralis.
El muchacho sacude la cabeza, como queriendo evitar el conflicto.
-No importa, Rutane - replica con voz serena -. Link no tenía por qué saberlo.
Está claro que Rutane es de otra opinión, pero aprieta sus regios labios y no dice nada más. Su parecido con los retratos de la ancestral princesa zora es asombroso; tal vez por eso le hayan puesto ese nombre. Sus ojos violetas de largas pestañas me someten a un severo escrutinio.
-¿Por qué has venido, Link? - pregunta Ralis, con su voz serena.
Rutane se inclina hacia él sobre el trono, y me pregunto de qué modo estarán emparentados, pues es claro que por las venas de la joven zora corre sangre real.
De repente, la voz telepática de la zora se desliza hasta mi mente.
"¿Has venido a traernos guerra o gloria, heraldo de la tristeza? Cada vez que en Hyrule se han visto esas ropas verdes, no ha sido más que para traer dolor a nuestras aguas..."
-Rutane - interrumpe Ralis, y parece ofendido -. Compórtate como debes, o tendrás que abandonar esta sala.
-Este no es lugar para alevines, Rutane - añade una anciana zora de ojos líquidos.
La muchacha aprieta los dientes, pero no dice nada más. Ralis suspira.
-Te ruego que disculpes a mi prima, Link. Por sus venas corre sangre muy, muy antigua... debes entender que las mentes de los zora no son como las del resto de hylianos. Nosotros estamos íntimamente conectados por nuestras mentes, nuestros recuerdo se remontan a siglos atrás... Rutane sabe mucho más de lo que nadie debería saber.
-Y precisamente por eso, debería saber comportarse - interrumpe la anciana zora, cojeando hasta Rutane -. Vamos, alevina lenguaraz - dice, cogiéndola del brazo.
La anciana se lleva a la joven zora de la sala, mientras ella protesta en un ininterrumpido murmullo telepático, como una letanía.
"Trae promesas y nos da sangre y muerte y devastación... salvará todo Hyrule una vez más, y una vez más el precio será demasiado alto... heraldo de la tristeza... las aguas se tiñeron de rojo y de rojo se volverán a teñir... salvará todo Hyrule una vez más, y una vez más el precio será demasiado alto..."
"Basta."
La voz mental de Ralis interrumpe la letanía de la pitonisa zora y nos libera a todos de su hechizo. Mientras que la voz del muchacho es aún aguda y suave, propia de un chico de sus años, la voz telepática de Ralis es grave y severa, cargada de la autoridad que corresponde a su cargo.
-Una vez más, te pido que disculpes a mi prima, Link. Las visiones de sus sueños la hacen vivir aterrorizada.
-¿Ella es una...? - pregunto, inseguro.
Ralis sacude la cabeza, entornando los ojos, y entiendo que el pueblo de los zora no entrega sus secretos tan fácilmente.
-Ella es Rutane, igual que mi madre fue Rutela. Solo hay una por generación, y así ha sido desde la Reina Ruto. Y eso es todo lo que necesitas saber, Héroe de Hyrule.
Yo asiento con la cabeza; no tiene sentido darle vueltas a los secretos ajenos, y está claro que Ralis no va a revelar el de su prima con tanta facilidad.
-¿Por qué acudes a nuestras aguas, Link de Ordon?
-Necesitamos parar esta guerra, todos nosotros. Aunque aún no os haya afectado, os afectará, a no ser que logremos detenerla antes - me maldigo a mí mismo interiormente. Nunca he sido muy dado a los discursos grandilocuentes, normalmente dejo que mis actos hablen por mí. Esto me resulta... confuso y difícil. Necesito decir algo que convenza a Ralis, y a todos los zora, de que vale la pena aliarse con nosotros en esta guerra... pero las palabras parecen piedras en mi garganta.
De pronto, la voz telepática de Ralis irrumpe en mi mente.
"¿Te envía Zelda?"
No, aún no he logrado ver a Zelda, pero no sé cómo transmitírselo a Ralis sin que toda la corte nos oiga. Me muerdo el labio, nervioso.
"Piensa claramente en tu respuesta, como si gritases mentalmente."
No, ni siquiera he visto a Zelda.
"¿Han tomado el castillo?"
Aún no.
"Eso significa que tenemos una oportunidad, ¿verdad?"
Al mismo tiempo, Ralis habla en alto. En mi concentración por lograr esta comunicación mental, tardo en percatarme de ello, pero el joven zora habla de cómo lo salvé cuando fue capturado por las sombras de camino a la ciudadela. Trata de recordar a todos que, a pesar de lo que su prima pueda decir, los zora están en deuda conmigo.
Me deja sin palabras. Ralis está manteniendo dos conversaciones simultáneas, y no comete errores en ninguna de las dos. Me pregunto cuán dura será la vida de un Rey, para que haya adquirido tales habilidades tan rápidamente.
Tenemos una oportunidad, pienso, palabra por palabra.
"Iremos en vuestra ayuda, pero no obligaré a nadie. Solo voluntarios, porque los zora ya han sufrido bastante como para arrastrarlos en contra de su voluntad."
Tu prima se opondrá.
"Las palabras de Rutane tienen peso en nuestro pueblo, pero no somos gentes cobardes. Muchos acudirán."
Asiento, porque sé que no puedo pedir más.
A veces desearía estar dotado de la elocuencia que tienen otros, ser capaz de hacer que la gente me siguiera sin vacilar.
La voz de Ralis se extingue, y una algarabía de voces se alza en el salón del trono. El joven Rey suspira, tamborilleando con los dedos en uno de los brazos del trono, pero sé que está relativamente satisfecho con la reacción de su pueblo.
Sin embargo, a mí no me basta. No me basta con que cuarenta soldados se unan a nosotros en la Ciudadela, ni siquiera con cien. Los necesito a todos, necesito a todos aquellos que pueda reunir.
De pronto, Rutane irrumpe en el salón del trono.
-¡Iremos! - grita, y su voz se alza sobre las demás, lírica y profunda. Agita su cabeza sin pelo, con los ojos violeta muy abiertos, como abismos profundos que podrían tragarse el mundo - Iremos con el Héroe de Hyrule, porque dividirnos supondría afrontar la extinción.
Suspiro, aliviado, pero la adivina no se detiene ahí.
-No lucharemos bajo tus órdenes, Link - me advierte, con voz torva, y sus ojos violeta brillan con el fuego oscuro del cielo nocturno -. No correremos a estrellarnos contra el cerco de la Ciudadela, no nos desecaremos entre las piedras del Castillo de Hyrule.
Estoy a punto de dejar escapar un gemido ahogado; siempre tiene que haber un "pero".
-Lucharemos en el lago de Hylia. Liberaremos Lanayru luchando allí donde somos fuertes, solo marcharemos por tierra cuando no quede más remedio... o cuando la victoria sea ya segura.
Abro la boca para decir algo, pero el clamor del salón del trono me silencia. Todos los zora están con ella, y tras pensarlo un segundo, me doy cuenta de que tiene cierta lógica. Ella les ha ofrecido la opción intermedia, y en cualquier caso, con los zora luchando por Lanayru el cerco sobre la Ciudadela deberá aflojarse.
Rutane se aparta de los suyos y se acerca a mí, dirigiéndome su mirada de acero violeta.
"No nos falles, héroe. Te he visto derrotado a los pies de una sombra. También te he visto triunfante en un halo de luz."
-¿Qué ha ocurrido entre esas dos visiones? - susurro, tratando de comprender.
Rutane ladea la cabeza con un brillo divertido en la mirada, como mi estuviera contenta por mi perspicacia.
"No lo veo todo, héroe. Mi saber es apenas un relámpago en la tormenta. Dime tú qué ha sucedido."
Sacudo la cabeza, cansado. ¿Cómo voy a decírselo yo?
-Vigila a la sombra, Rutane.
La joven zora entrecierra los ojos y me mira fijamente, sin decir ni una palabra. Asiente lentamente, solemne, y da un paso atrás, para volver con los suyos, donde su ancho cráneo destaca entre las cabezas alargadas de los suyos.
Yo me alejo de ellos, con un dolor de cabeza tremendo provocado por las continuas intromisiones de mentes zora en mi pobre cráneo hyliano.
"Te he visto derrotado a los pies de una sombra. También te he visto triunfante en un halo de luz."
Din, Nayru, Farore...
¿Qué demonios se supone que tengo que hacer con eso?

Sigue leyendo... Twilight Princess (XX)

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