Nadie
Vago...
Vago...
Estúpido e
inerte ser sin cuerpo y sin sangre, ¿cómo pudieron las diosas dar a luz a semejante
aberración? ¿Cómo pudieron las diosas darme un alma capaz de sentir tanto, sin
darme una boca capaz de expresarlo? Espíritu guardián, suena tan bien al
oírlo... ¿pero qué soy en realidad? Luz y energía, y una conciencia alojada en
ninguna parte y desesperada por hacerse oír.
Vago...
Vago... sin rumbo y sin punto de partida, sin destino, solo buscando algo que
se niega a dejarse encontrar. Algo que le fue arrebatado a mi protegido antes
siquiera de poder entender lo que tenía.
No puedo
apartarme de su lado. Vuelvo, con solo pensarlo, libre de las cadenas de
materialidad que a él sí lo retienen. Esos ojos perdidos en la nada, que antes
brillaban tanto, últimamente solo brillan de vez en cuando, reflejo de las
lágrimas que se esfuerza por tragarse. El rictus de amargura perenne de su
boca, los hombros caídos, derrotado, aplastado bajo el peso de un destino que
no merece, que nadie merecería. Cuánto azul en esos ojos, podría ahogarme en
ellos... si mi luz necesitase de aire para resplandecer.
Diosas,
¿cómo pudisteis hacerme esto? Me lo entregasteis antes incluso de que naciera,
en el momento justo de su concepción, para guiarlo y protegerlo. Tremenda labor
para un ser sin cuerpo y sin voz, incapaz de hacerse oír. No creo que haya
habido jamás un espíritu guardián más inútil que yo, pero aún así, me lo
entregasteis, a él, que un día debía salvar Hyrule... o mejor dicho, me
entregasteis a él, porque desde el momento que ese niño abrió por primera vez
los ojos a la luz, no he podido separarme de su lado. Le pertenezco, supongo.
Tampoco querría otra cosa.
He estado
al borde de la muerte mil veces, a punto de agotar la energía de luz que me
sostiene, todo por mantener con vida al que se iba perfilando como el mayor
héroe que ha visto Hyrule desde mi creación. De acuerdo, puede que no sea
imparcial... pero le he visto crecer, y no hay criatura viva que lo conozca
mejor que yo. Y su alma es el alma de los grandes, de los que escriben la
historia. Mi protegido, el centro en torno al que orbitaba mi vida, ¡en eso
consiste ser un espíritu guardián! ¿O no es así, diosas?
Din, Nayru,
Farore... cumplí mi cometido. Lo cumplí hasta mi último resplandor, hasta la
última chispa de luz y energía que me quedaba dentro. Logré hacer que pasase
por todas aquellas pruebas, aunque huelga decir que él solo hubiera vencido,
aunque quizá hubiera salido peor parado... pero eso ya da igual.
Cumplí mi
misión. Hyrule está a salvo, Ganondorf ha sido derrotado una vez más. La luz
vuelve a reinar en nuestras tierras, el Crepúsculo es libre, incluso los
esclavos de Ganondorf tendrán la oportunidad de salir adelante... hice lo que
debía, los dos hicimos lo que debíamos. Reconocisteis que lo hice bien, me
recompensasteis, incluso... con la libertad.
Din, Nayru, Farore... os ruego, os lo ruego ahora, con toda la luz que pueda haber en mí, por el nombre que no me habéis otorgado, por las pruebas que pasamos juntos... devolvémelo.
Din, Nayru, Farore... os ruego, os lo ruego ahora, con toda la luz que pueda haber en mí, por el nombre que no me habéis otorgado, por las pruebas que pasamos juntos... devolvémelo.
No quiero
la libertad, no quiero nada de esto. El plano espiritual para mí está vacío; la
misma luz que logró conmover a las sombras de Midna me ha capturado a mí. No
soy un ente completo, no soy nada, mi existencia está tan vacía... él me
sostenía, mucho más de lo que yo nunca lo sostuve. Y está sufriendo, cada
segundo lo veo, sufre... él, ella, los dos estaban dispuestos a dar su vida por
algo que no llegarían a vivir. Y a la hora de la verdad, a la hora de
entregarles a ambos lo único que realmente importaba, yo no fui más que una
mota de luz perdida e inútil, ya desvinculada de aquel que ha hecho que mi existencia
hasta entonces haya valido la pena.
Quedaos mi
luz, quedaos mi energía, quedaos todo lo que podáis tomar de mí, pero devolvedme
a su lado. Entregadme a él de nuevo, dad esta libertad a quien la quiera, pues
para mí es solo una maldición, al igual que toda una existencia al margen de la
suya. Mi existencia no es nada, sin cuerpo, sin poder sentir, solo un
observador que nunca pudo hablar y ya ni siquiera puede intervenir. Necesito
estar a su lado. Sé que solo soy una llama inútil de luz vacía. Sé que ya no le
sirvo de nada... pero también sé que él sabe que ya no estoy. Tal vez no sepa
qué es lo que ha perdido, pero sabe que algo falta, que algo no encaja. Me ha
visto, me ha visto en su búsqueda desesperada, y me ha confundido incluso con
esos malditos candiles que sostienen los espectros. Me ha visto sin
reconocerme, ¿cómo iba a hacerlo, si ni tan siquiera he podido jamás decirle
una sola palabra al oído? Un ser sin nombre y sin cuerpo, sin nada que lo haga
realmente hyliano, sin nada al margen de él... soy una criatura destinada a ser
la protección de otro ser. De él... ni siquiera puedo decir su nombre. Ni
siquiera tengo yo uno.
¿Qué clase
de diosas crean una criatura capaz de llorar así, pero no le dan ni cuerpo, ni
sangre ni lágrimas? Devolvedme a su lado. Dadme la oportunidad de luchar por su
felicidad, ahora que su vida está a salvo. Me creasteis espíritu guardián, y espíritu
guardián seré hasta que desaparezca. Y me entregasteis a él. Y le pertenezco.
Din, Nayru,
Farore... devolvedme a él. Por todo el daño que me ha causado mi mera
existencia. Me lo debéis, se lo debéis.
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