martes, 4 de diciembre de 2012

Twilight Princess (II)

Nadie

Vago... Vago...
Estúpido e inerte ser sin cuerpo y sin sangre, ¿cómo pudieron las diosas dar a luz a semejante aberración? ¿Cómo pudieron las diosas darme un alma capaz de sentir tanto, sin darme una boca capaz de expresarlo? Espíritu guardián, suena tan bien al oírlo... ¿pero qué soy en realidad? Luz y energía, y una conciencia alojada en ninguna parte y desesperada por hacerse oír.
Vago... Vago... sin rumbo y sin punto de partida, sin destino, solo buscando algo que se niega a dejarse encontrar. Algo que le fue arrebatado a mi protegido antes siquiera de poder entender lo que tenía.
No puedo apartarme de su lado. Vuelvo, con solo pensarlo, libre de las cadenas de materialidad que a él sí lo retienen. Esos ojos perdidos en la nada, que antes brillaban tanto, últimamente solo brillan de vez en cuando, reflejo de las lágrimas que se esfuerza por tragarse. El rictus de amargura perenne de su boca, los hombros caídos, derrotado, aplastado bajo el peso de un destino que no merece, que nadie merecería. Cuánto azul en esos ojos, podría ahogarme en ellos... si mi luz necesitase de aire para resplandecer.
Diosas, ¿cómo pudisteis hacerme esto? Me lo entregasteis antes incluso de que naciera, en el momento justo de su concepción, para guiarlo y protegerlo. Tremenda labor para un ser sin cuerpo y sin voz, incapaz de hacerse oír. No creo que haya habido jamás un espíritu guardián más inútil que yo, pero aún así, me lo entregasteis, a él, que un día debía salvar Hyrule... o mejor dicho, me entregasteis a él, porque desde el momento que ese niño abrió por primera vez los ojos a la luz, no he podido separarme de su lado. Le pertenezco, supongo. Tampoco querría otra cosa.
He estado al borde de la muerte mil veces, a punto de agotar la energía de luz que me sostiene, todo por mantener con vida al que se iba perfilando como el mayor héroe que ha visto Hyrule desde mi creación. De acuerdo, puede que no sea imparcial... pero le he visto crecer, y no hay criatura viva que lo conozca mejor que yo. Y su alma es el alma de los grandes, de los que escriben la historia. Mi protegido, el centro en torno al que orbitaba mi vida, ¡en eso consiste ser un espíritu guardián! ¿O no es así, diosas?
Din, Nayru, Farore... cumplí mi cometido. Lo cumplí hasta mi último resplandor, hasta la última chispa de luz y energía que me quedaba dentro. Logré hacer que pasase por todas aquellas pruebas, aunque huelga decir que él solo hubiera vencido, aunque quizá hubiera salido peor parado... pero eso ya da igual.
Cumplí mi misión. Hyrule está a salvo, Ganondorf ha sido derrotado una vez más. La luz vuelve a reinar en nuestras tierras, el Crepúsculo es libre, incluso los esclavos de Ganondorf tendrán la oportunidad de salir adelante... hice lo que debía, los dos hicimos lo que debíamos. Reconocisteis que lo hice bien, me recompensasteis, incluso... con la libertad.
Din, Nayru, Farore... os ruego, os lo ruego ahora, con toda la luz que pueda haber en mí, por el nombre que no me habéis otorgado, por las pruebas que pasamos juntos... devolvémelo. 
No quiero la libertad, no quiero nada de esto. El plano espiritual para mí está vacío; la misma luz que logró conmover a las sombras de Midna me ha capturado a mí. No soy un ente completo, no soy nada, mi existencia está tan vacía... él me sostenía, mucho más de lo que yo nunca lo sostuve. Y está sufriendo, cada segundo lo veo, sufre... él, ella, los dos estaban dispuestos a dar su vida por algo que no llegarían a vivir. Y a la hora de la verdad, a la hora de entregarles a ambos lo único que realmente importaba, yo no fui más que una mota de luz perdida e inútil, ya desvinculada de aquel que ha hecho que mi existencia hasta entonces haya valido la pena.
Quedaos mi luz, quedaos mi energía, quedaos todo lo que podáis tomar de mí, pero devolvedme a su lado. Entregadme a él de nuevo, dad esta libertad a quien la quiera, pues para mí es solo una maldición, al igual que toda una existencia al margen de la suya. Mi existencia no es nada, sin cuerpo, sin poder sentir, solo un observador que nunca pudo hablar y ya ni siquiera puede intervenir. Necesito estar a su lado. Sé que solo soy una llama inútil de luz vacía. Sé que ya no le sirvo de nada... pero también sé que él sabe que ya no estoy. Tal vez no sepa qué es lo que ha perdido, pero sabe que algo falta, que algo no encaja. Me ha visto, me ha visto en su búsqueda desesperada, y me ha confundido incluso con esos malditos candiles que sostienen los espectros. Me ha visto sin reconocerme, ¿cómo iba a hacerlo, si ni tan siquiera he podido jamás decirle una sola palabra al oído? Un ser sin nombre y sin cuerpo, sin nada que lo haga realmente hyliano, sin nada al margen de él... soy una criatura destinada a ser la protección de otro ser. De él... ni siquiera puedo decir su nombre. Ni siquiera tengo yo uno.
¿Qué clase de diosas crean una criatura capaz de llorar así, pero no le dan ni cuerpo, ni sangre ni lágrimas? Devolvedme a su lado. Dadme la oportunidad de luchar por su felicidad, ahora que su vida está a salvo. Me creasteis espíritu guardián, y espíritu guardián seré hasta que desaparezca. Y me entregasteis a él. Y le pertenezco.
Din, Nayru, Farore... devolvedme a él. Por todo el daño que me ha causado mi mera existencia. Me lo debéis, se lo debéis.
Devolvedme a él.

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