miércoles, 19 de diciembre de 2012

Twilight Princess (XI)

Link

Accidentes. Es la respuesta que me da todo el mundo, y no hay vuelta de hoja. Hashi ha sido herida repetidas veces por accidente. Excepto la mujer que le cortó el pelo, que ha parecido insinuar que la hirió para complacer a Midna, todos los demás insisten en que la hirieron por accidente, incluido el alfarero que dejó una vasija rota en el camino de la niña.
Puede que esté paranoico y en realidad no haya de qué preocuparse, pero no me cuadra que Hashi haya recibido todas esas heridas sin más. Y si Midna no se equivoca y hay gente en la corte que no quiere reconocerla como legítima soberana, es posible que el Palacio del Crepúsculo no sea ni mucho menos un lugar seguro para Hashi y para mí.
No sé qué hacer. Obviamente no puedo irme y dejar a Midna sola, pero tampoco puedo echar a Hashi de mi lado a un lugar donde esté a salvo, porque no sé qué sería de ella. Hashi fue creada para traerme aquí, y es mi responsabilidad cuidar de ella.
Midna sabrá qué hacer. Ella es la Princesa del Crepúsculo, al fin y al cabo, y estoy seguro de que sabrá qué hacer para mantener la corte bajo control.

-Bueno, tal vez Hashi deba regresar a Hyrule, ¿no?
Sus palabras son como un mazo para mí. Por un segundo tengo la sensación de que no la he entendido, pero su sinuosa sonrisa no miente; Midna no quiere a Hashi aquí.
-¿Por qué dices eso? - pregunto, aturdido, ya que este comportamiento no es propio de ella. 
Midna se encoge de hombros, frustrada.
-El palacio es un hervidero desde que llegasteis. Mi posición en el trono era de por sí inestable, porque por increíble que resulte, Zant no solo era un loco si no además un loco convincente. La mitad de mi pueblo sigue rechazándome en el trono, y la otra mitad duda, ya que loco o no Zant era un noble y tú y yo lo matamos. Los cargos de gobierno aún están en manos de los leales a Zant, y arrebatárselos será una tarea dura; todo eso me hace estar en una posición delicada.
.¿Y qué tiene que ver Hashi en esto?
Midna suspira y se sienta, masajeándose las sienes con los dedos.
-Hashi y tú, Link. Los dos hylianos, uno de ellos el asesino de Zant, y la otra una "niña espíritu" con poderes que nadie sabe muy bien cómo juzgar. Mi pueblo no quiere a un hyliano en el trono, y menos cuando ya se habían iniciado las negociaciones de matrimonio y todos creían que un noble twili gobernaría a mi lado. Y de repente llegas tú, el héroe de Hyrule, aunque en el Crepúsculo nadie sabe bien cómo juzgarte...
-¿Qué no saben cómo juzgarme? - estallo, enfadado - ¡Zant los convirtió en marionetas, eran poco más que sombras!
-Pero no lo recuerdan - me explica Midna, con paciencia -, ni siquiera saben por sí mismos de la alianza entre Zant y Ganondorf. Lo último que recuerdan son los momentos previos a la coronación, cuando Zant los sedujo con promesas de conquistar Hyrule, de un mundo mejor para todos nosotros, "confinados para siempre en este lugar de destierro". Luego yo "desaparecí", exiliada en Hyrule con aquella absurda forma, y Zant tomó el control durante un tiempo antes de esclavizarlos.
-No te creen - murmuro, entendiendo -. En el fondo creen que todo ha sido un complot, que te fuiste antes de la coronación por algún tipo de capricho y volviste reclamando el trono a sangre y espada. Que tú misma los aprisionaste.
-Exactamente - suspira Midna -. La única esperanza que tenía de afianzar mi gobierno era casándome con uno de los leales a Zant, probablemente mi Consejero Mayor, que era su seguidor más acérrimo... y ahora he decidido casarme contigo, y no solo eso, si no que tengo un arma hyliana revoloteando a nuestro alrededor a todas horas.
-¿Así es como ven a Hashi? ¿Cómo un arma?
Midna entrecierra los ojos con expresión peligrosa.
-¿Cómo la llamarías tú? ¿Cómo llamarías a una criatura capaz de convocar espadas de luz y abrir portales que podrían traer un ejército desde Hyrule en cuestión de segundos?
-¡Es una niña!
-Una niña potencialmente peligrosa - puntualiza Midna, haciendo un gesto amenazador con el dedo y con voz ronca, y entiendo que está imitando a sus opositores, probablemente a ese Consejero Mayor al que ha mencionado.
Yo suspiro y la abrazo, porque no sé qué más decir.
-Entonces, no querías que se fuera por celos - murmuro, aliviado.
Midna se separa un poco de mí y me mira con una sonrisa apretada y las cejas bajas, como si tuviera miedo de lo que está a punto de decir.
-Tal vez un poco sí - susurra -. Sé que no debería, pero pasas tanto tiempo con ella...
-Cuando tú estás en tus reuniones de estado - objeto, ofendido, pero ella sacude la cabeza.
-Lo sé, lo sé. Sé que no es culpa tuya. No dudo de ti, Link. Solamente es que... me cuesta controlarme.
No respondo porque no tengo nada que decir y sigo abrazándola, tratando de darle unos momentos de paz en medio de toda la locura que acaba de contarme. Si es cierto lo que dice, cuando nos casemos deberé defender mi posición en el trono a toda costa... y será duro, porque es un honor que un campesino ordoniano, que al fin y al cabo es lo que soy, ni quiere ni merece. Pero, dado que apenas alcanzo a atisbar todo lo que Midna está revolviendo para mantenerme a su lado, yo también tendré que luchar por estar junto a ella.
-Estamos juntos - murmuro, un segundo antes de que todo se rompa en pedazos.
Nueve twili armados con espadas y lanzas y vestidos con sus armaduras esmaltadas irrumpen en las habitaciones de Midna entre agudos gritos de batalla. Yo me separo de ella y busco mi espada, dispuesto a defenderla cueste lo que cueste. De un solo salto me interpongo entre los atacantes y mi futura esposa, blandiendo la espada con furia, y me lanzo sobre ellos sin dudar. Con un solo tajo en círculo elimino a dos de ellos, y un tercero intenta clavarme su lanza; salto hacia atrás, interpongo la espada y me alejo aprovechando el impulso de la lanza.
Apenas un paso por detrás de mí, Midna no necesita defensa ninguna. De sus manos salen ondas de energía con las que va barriendo a los atacantes; su rostro muestra una salvaje expresión de rabia mientras sus cabellos cobrizos se arremolinan por los proyectiles que lanza; es como una diosa de la guerra, hermosa y terrible.
-¡Link! - me grita, volviéndose hacia mí apenas un instante - ¡Mátalos! ¡No sé cuánto tiempo más podré aguantar!
Asiento rápidamente y salto con la espada en alto, bajándola en el último segundo sobre el cráneo de uno de los atacantes, que revienta en una explosión de sangre; caigo al suelo, trastabillo un segundo antes de recuperar el equilibrio, y en ese intervalo de tiempo uno de los twili consigue clavarme su lanza en el costado, justo bajo el brazo.
Se me escapa un grito de dolor, y jadeo, apretando los dientes. Sin embargo, no dejo que eso me detenga y lanzo una rápida estocada al twili que tengo más cerca; sin embargo, me muevo más despacio de lo que esperaba, como si el tajo me hubiera hecho perder mucha fuerza. Nunca me había pasado algo así con una herida, y me cuesta bastante más esfuerzo de lo que acostumbro frenar la lanzada que me devuelve el twili.
Energía... es como si hasta ahora, por muchas heridas que sufriera, siempre hubiera una reserva de fuerza inagotable para mí. Una energía exterior... de un hada, un dios o...
O un espíritu.
Atravieso la garganta del twili con rabia, dándome cuenta de pronto de lo que he sabido desde un principio.
Hashi siempre ha estado conmigo.
Siempre.
Otro twili me ataca con su espada, pero yo le corto la mano antes de que tenga tiempo de completar el arco, al tiempo que una preocupación intensa por Hashi nubla mi mente. ¿Dónde está? ¿Estará bien?
Midna derriba al último de los twili con una descarga de energía, y yo cruzo una rápida mirada con ella.
-Voy a buscar a Hashi - le digo, dándome cuenta de que no hay tiempo para más explicaciones, ni para decirle lo que acabo de descubrir.
Midna me devuelve una mirada gélida.
-Vendrán más - me dice, con el rostro inexpresivo.
Yo señalo los cuerpos calcinados de los twili.
-Podrás apañarte con ellos, estoy seguro.
-¿Y si no?
Hay algo en su voz que me dice que lo que responda ahora determinará muchas cosas, pero simplemente no puedo dejar que la criatura que me ha protegido todo este tiempo muera ahora que está atrapada en un diminuto cuerpo hyliano.
Ella lo ha dado todo por mí.
-Podrás con ellos - repito, mirándola seriamente -. Volveré enseguida.
Ella se gira hacia la ventana con la cabeza muy alta, sin dirigirme siquiera una palabra.
-Te quiero - le digo, antes de darle la espalda yo también y salir a los pasillos del palacio, decidido a encontrar a Hashi cueste lo que cueste.

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